Sobre el silencio
En la vorágine del día a día, quien sea capaz de sentir paz y calma en la soledad y el silencio, encontrará el camino hacia la buena vida.
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El otro día, la profesora de la escuela infantil de Max nos dijo que, en algunos momentos de la mañana, se va solo a jugar o leer, justamente en los momentos que más bullicio o escándalo se está montando en clase. Me hizo gracia, sin más.
Y ahora, sentado en el salón de mi casa, escuchando música ligera, con un café encima de la mesa y escribiendo estas líneas, empiezo a entenderlo.
Recuerdo un pódcast de mi amigo Pepe de «El Estoico» en el que entrevistaba a Pablo Dors1, un sacerdote y escritor, sobre el silencio. Me fascinó tanto que empecé a comprender que sin silencio y paz no hay reflexión y la ausencia de esta trae consigo un río de pensamientos que desborda nuestra mente y la conduce al caos. Todo lo contrario a la paz mental.
Piensa en tu día a día, ¿en qué momento te encuentras contigo mismo, te escuchas y atiendes a tus emociones sin juzgar? Sin teléfono, sin gente alrededor, sin bullicio, sin cosas que hacer… Casi nunca.
El ritmo incesante de la vida moderna, sobre todo en las ciudades, nos agota. Y si a la ecuación le sumamos la crianza de uno o varios hijos, los momentos de tranquilidad todavía se reducen más.
Ya no estamos solos, no nos gusta, y cuando nos encontramos en soledad o silencio, buscamos que algo o alguien llene ese hueco, la mayoría de las veces con sandeces.
EL SILENCIO COMO DETOX DEL ALMA
Si vives en la misma cámara de eco del ámbito de la salud como yo, ya estás acostumbrado a leer y escuchar sobre la importancia de los buenos hábitos para la longevidad y la buena vida.
Haz ejercicio cada día
Come lo más variado y natural posible
Duerme 8 horas
Exponte al sol
Introduce estresores como la exposición al frío, al calor o al ayuno
Evita alcohol, tabaco y drogas
Socializa
Son los básicos para una buena vida, pero te diré algo desde mi propia experiencia que son tan básicos y sencillos de integrar como imposibles para alguien que sigue la corriente de sus pensamientos sin domesticar.
Te lo explico.
Los siete puntos anteriores son fácilmente integrables en la vida de cualquier ciudadano medio desde el mismo momento en el que lees estas líneas. Es simplemente una decisión, acompañada de acción y seguida de constancia. Pero… ¿Por qué no lo hacemos?, ¿por qué nos maltratamos o nos dejamos?
En mi opinión, es ruido. Exceso de ruido y jaleo en nuestras cabezas. Imagina cientos de misiles atacando tus ganas de hacer lo correcto y destruyendo tus intentonas de construir buenos hábitos. Es una guerra incesante que no tiene tregua y que, por lo visto, va cada vez a más. Contra tu ciudadela llamada “buena vida”, disparan sin cesar:
Malas noticias del exterior
Mensajes de amigos y asuntos de trabajo urgentes
Algoritmos en redes sociales que te invitan a pasar horas haciendo scroll infinito viendo la vida de otros
Publicidad y estrategias de merchandising en supermercados que te invitan a probar la última novedad ultraprocesada
Una oferta extensa de contenido en Netflix, Amazon Prime, Disney Plus, HBO Max y, sobre todo, el FOMO (Fear Of Missing Out o miedo a quedarte fuera de la pomada) que tu círculo te generará al no estar al día de la última serie o película.
Problemas familiares o cercanos
Planazos que no te puedes perder y que alteran tu tranquilidad
Me han salido siete por igualar la partida, pero seguro que se te ocurren unos cuantos misiles más que atacan constantemente tu paz.
El alma se turba, despista y desquebraja ante tanto estímulo que no es capaz de controlar. Pero, ¿qué está bajo nuestro control? Obviamente, no podemos aislarnos, no es saludable. No podemos cambiar las noticias que expone la televisión ni decidir sobre los conflictos internacionales o sobre las decisiones del gobierno, pero sí podemos elegir no ver las noticias. No podemos decirles a nuestros amigos que no nos escriban con sus problemas o invadan los grupos de WhatsApp con memes, pero sí podemos silenciar las notificaciones del teléfono o tener el dispositivo lo más alejado posible de nuestra vista. Y así con todo.
Pero hay un muro de contención más fuerte todavía: el silencio.
DÓNDE ENCONTRAR EL SILENCIO
En realidad, me parece obsceno y me preocupa tener que escribir sobre algo tan obvio. El otro día le dije a una amiga que pronto veríamos anunciados en Instagram “Coach de Aburrimiento”, debido a la sobre estimulación a la que estamos sometiendo a nuestros hijos constantemente.
Cuando hablamos de silencio hablamos de la ausencia de ruido y cuando hablamos de ruido, hablamos de sonidos que molestan, entorpecen y perturban, ¿estás de acuerdo conmigo? ¿Le dirías a un violinista profesional que dejase de tocar que está haciendo mucho ruido? No, sería una ofensa. En cambio, si la persona que tienes al lado está recibiendo mensajes y notificaciones en su móvil a todo volumen de forma repetida durante un buen rato, ¿te molestaría? Eso es ruido.
También es ruido sobre pensar o preocuparte antes de que tengas que ocuparte de algo, esa rumiación mental a la que estamos expuestos 24/7 y que nos agota.
Si lo piensas, nunca descansamos.
Podemos encontrar silencio aquí:
Despertando un poco antes que el resto del mundo, haciendo café y viendo amanecer, contemplando el día mientras escuchamos el sonido del tráfico delante de nuestra casa.
Meditando, es decir, dedicando unos minutos al día a respirar en silencio, entrenando la capacidad de dejar la mente en blanco. Yo utilizo la app Petit BamBou que tiene unas cuantas meditaciones gratuitas y es muy agradable de utilizar.
Concentrándote en cada tarea que haces, desde que te despiertas hasta que te acuestas. Mientras te duchas por la mañana, piensa solamente en la ducha, recréate con el jabón y nota como el agua va cayendo por tu cuerpo. No pienses en lo que viene después, solo dúchate. Las duchas frías ayudan, ya que tu amígdala se activa y las preocupaciones, pasan a un segundo plano.
Desactiva las notificaciones de tu teléfono móvil u ordenador. No permitas que la tecnología te robe atención, está diseñada para ayudarte a alcanzar tus objetivos y no para robártelos.
En la naturaleza. Ve a un parque poco concurrido, escápate a la naturaleza, ve a la playa y simplemente disfruta el presente.
En una iglesia o un lugar de culto. Puede sonarte extraño, pero las iglesias tienen una energía que te ayuda a bajar pulsaciones, disfrutar del silencio y meditar. Nadie va a molestarte.
Sea como sea, solamente el hecho de aceptar que vivimos demasiado conectados y acelerados, y que esto no es precisamente saludable, es un avance para empezar a tomar pequeñas decisiones. Elige una y pruébala. Si te da paz, repítela mañana. Si te sientes mejor al repetirla durante un tiempo, incorpóralo como un hábito e intenta hacerlo más veces.
El objetivo es buscar el camino hacia la buena vida, ¿recuerdas?
Pura vida.
Me ha encantado!