Sobre ser imbécil y reconocerlo
Soy imbécil, probablemente tú también lo seas a media jornada y que ambos lo reconozcamos, pone el tablero de juego mucho más igualado.
Pon a uno de derechas y a uno de izquierdas a debatir. Batalla asegurada porque ninguna de las dos partes va a reconocer que seguramente se equivoque y lo que es peor, no aceptan ser convencidos por el otro por nada del mundo.
Hace unos meses, en una junta de vecinos, se abrió el melón sobre quienes iban a ser los vecinos de alquiler social que iban a compartir con nosotros los espacios comunes de la urbanización. Propuse en voz alta que, sean quienes sean, lo ideal sería habilitar las zonas compartidas con bancos y papeleras para una mejor convivencia vecinal. Un vecino me interrumpió al grito de «¿Pero sabes el tipo de personas que vienen al alquiler social? ¡No querrás compartir con ellas los bancos!¡Créeme!».
En ese intercambio de ideas sobre la lucha de clases, simplemente le contesté: “Si te refieres a que la gente con rentas bajas que tienen derecho a alquiler social son peores personas, he de decirte que yo tengo una renta normal y soy imbécil”.
La gente se echó a reír y él ya tuvo poco más que contestar. ¿Por qué? Porque me declaré imbécil, haciéndole imbécil a él por su comentario.
NOS CREEMOS MUY LISTOS
Una de las primeras frases ilustres de mi mujer cuando empezábamos a conocernos fue: “La ignorancia es muy atrevida”. Esa frase me encantó y refleja a la perfección la sociedad en la que vivimos. Hablamos de todo sin tener ni puta idea de nada, reflejado queda en esta newsletter.
Tener razón es algo así como un símbolo de status que al único que beneficia es a tu ego. Esto pasa mucho en las discusiones de pareja, donde entiendo que aún puede residir, si la relación es sana, un punto intermedio en el que la solución predomina a la razón. Si discutís por la mejor educación para tu hijo, ¿quieres tener razón o encontrar la mejor solución para el pequeño? Si tienes los cojones o los ovarios como bolas de baranda, entonces querrás tener razón hasta el final. Pero si eres coherente y virtuoso, atenderás al interés común.
Pues esto, en la sociedad, no pasa. ¿Has visto a algún partido político últimamente dar la razón al contrario, aunque lo que diga suene medianamente elocuente? O al menos, darle un pase al pie y decir: «No suena mal, intentémoslo a ver si ganamos todos». ¡Menuda utopía tan solo imaginarlo!
¿Estás dispuesto a cambiar de opinión? Yo sí, de hecho, cambio mucho de opinión. Soy tozudo con mis ideas, pero me encanta que alguien sea capaz de convencerme de lo contrario. ¿No eres capaz de cambiar de opinión y te encierras en tus ideas? Te animo a que reflexiones sobre tu inteligencia y te atrevas a asemejarte con un animal salvaje, un gorila, por ejemplo.
Intenta convencer a un gorila de espalda plateada de 200 kg de que te estás acercando a su manada solamente para acariciarles y hacerles cosquillitas. El gorila te arrojará tal guantazo que entenderás a lo que me refiero. El gorila no entra en razón, utiliza su instinto y la única inteligencia (si se puede llamar así) que posee para identificar que eres una amenaza y te despachará rápido.
Puede que esto te suene una exageración, pero intenta convencer a un afiliado a Vox sobre los beneficios de la inmigración y a uno de Podemos sobre los beneficios de las políticas liberales y la privatización de la sanidad. Auténticos gorilas.
LA FÓRMULA DEL POPULISMO DIGITAL
Secretos infalibles, trucos mortales para ser millonario, el pack definitivo para adelgazar, la fórmula mágica para madrugar y ser más productivo… La mayoría de los creadores de contenido que te venden estos titulares no pasa de veinticinco años. Haz, haz, haz, haz … Imperativos constantes que te crean la sensación de que todo es obligatorio, urgente y necesario. ¡CREA TU MARCA PERSONAL! (Eso lo digo yo mucho…), ¡HAZTE MILLONARIO!, ¡COMPRE JABÓN MARSELLA! (Este es viejo, pero sigue funcionando). Es como si los antiguos mensajes publicitarios de las revistas recobrasen vida en los voceros digitales como yo.
Las redes sociales utilizan una fórmula muy básica.
Lanza tres mensajes populistas en forma de video de la forma más llamativa posible.
Coge el que mejor funciona según las métricas.
Repítelo hasta la saciedad.
Otros lo copiarán porque también ven tus métricas y dirán: ¡A Fulanituis23 le ha funcionado!
Todos lo utilizarán y venderán formaciones sobre esto.
Alguno sacará podcast.
Se agotará el mensaje y volveremos al paso 1.
Repetir.
Funciona con las dietas, los ejercicios milagrosos, los trucos para hacer la cama, las rutinas que te convierten en Dios griego y todo lo que sea vendible.
No funciona con la reflexión, la autocrítica y reconocer que eres tan tonto o más que ayer.
“10 tips para reconocer que eres un ignorante”. ¡Ves! No tiene gancho. Nunca seré millonario.
ESPACIOS PARA LA REFLEXIÓN
No es que hoy esté negativo, es que creo que para avanzar como sociedad primero tenemos que reconocer nuestros errores. Pero creo que hay salvación, aunque esta no sea demasiado popular. El otro día te hablaba de Hartmut Rosa, pero no te hablé sobre su concepto de resonancia.
Hartmut plantea espacios de resonancia para lograr desacelerar en una sociedad que solo entiende la velocidad, la competitividad y el exceso, lo que nos llevará (o ya nos está llevando) directos al acantilado de la decadencia.
Recurre a los filósofos clásicos y los viejos autores para aprender.
Pierde el tiempo admirando el arte, escuchando música, escribiendo y leyendo.
Sal a la naturaleza y déjate sorprender por lo minúsculo que eres.
Cultiva relaciones verdaderas y significativas, empezando por preguntar con verdadero interés a los demás.
Practica la fe. La modernidad detesta la fe y lo religioso. No necesitas creer en Dios para abrazar la espiritualidad.
Lleva a cabo un trabajo valioso. Puedes escribir en un blog o hacer algo que tenga propósito por encima de las cifras y el dinero.
El progreso es inevitable, pero los espacios de reflexión y conexión real y significativa nos ayudan a mantener la cordura en un mundo acelerado donde se come, se folla y te entretienes a golpe de clic. Me niego a eso para mi hijo, seguiré buscando más espacios.
Gracias por leer.
¡ESPERA! ¡ESPERA! Que para seguir abrazando la modernidad mientras reflexiono en este tipo de espacios de resonancia, he metido caña a mi canal de YouTube donde intento transmitir estas ideas en formato vídeo. Vamos, que me he colado en la fiesta de los chavales al grito de “¡Mucha marcha!”, espero que no me pillen.
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