III. Pasión, propósito y visión
Una guía y un ejercicio práctico para alinear aquello que mejor sabemos hacer con lo que el mundo quiere de nosotros y nuestra misión en la vida.
Esta parte de la formación es, probablemente, una de las más complejas y no se trata del contenido, sino de la aplicación de los conceptos y su interiorización.
Verás, si me conociste hace unos cuantos años, me habrás escuchado frases como “la pastilla contra la depresión se llama pasión” o “encontrar un trabajo que te apasiona es clave para poder trabajar un domingo sin rechistar”.
No estoy de acuerdo con mi yo del pasado. Ya no lo estoy. La realidad es que aquí nos encontramos con tres conceptos interesantes que tenemos que desmenuzar y analizar para no utilizarlos vagamente: pasión, propósito y visión. Hay marcas personales que han triunfado gracias a la pasión que dedicaban a su proyecto. Otras que lo hicieron gracias a la visión. Otras que fueron por propósito. Algunas tendrían las tres. Seguramente, muchas de las que conocemos, jamás se plantearon ninguna y, aun así, tuvieron un buen recorrido.
Sin embargo, considero que conocer el significado de cada una de ellas y parar a reflexionar qué significan para ti, en este momento, es clave para seguir asentando las bases de tu pirámide.
Y aclaro, “en este momento”, porque igual que tú yo del pasado ahora es otro, este de ahora también será diferente al de dentro de diez años. Cambiarán tus hobbies, tu propósito vital y seguramente tu visión del asunto.
Si me preguntas hace 10 años cuál era mi propósito de vida, en más de un artículo dije que era ayudar a los demás a encontrar aquello que les apasionaba. Hoy, en 2024, con mi hijo Max de dos años y con Oliver en camino, te diré que mi único propósito es verles crecer felices, libres y que yo pueda verlo de cerca cada día.
Por eso mismo, hoy no me agarro a mi propósito para crear, sino a mi pasión por educar y mi visión sobre el verdadero significado de una buena marca personal. De ahí, esto que ahora estás leyendo.
Empecemos entonces por definir pasión.
La pasión es aquello que te enciende, te motiva y te hace sentir vivo. Es la energía que te impulsa a dedicar tiempo y esfuerzo a algo sin sentirlo como una carga. Es el entusiasmo que sientes al realizar una actividad que realmente disfrutas, sin que necesariamente esté vinculada a un objetivo mayor o a un propósito trascendental. Además, no tiene por qué ser tu área de genialidad necesariamente.
La pasión es importante porque añade autenticidad y energía a tu marca personal. Sin embargo, no debe ser el único pilar sobre el que construyas, ya que la pasión puede ser volátil y cambiar con el tiempo, como probablemente has experimentado. Tu pasión puede guiarte hacia lo que disfrutas en el presente, pero es crucial reconocer que puede evolucionar o incluso disiparse.
Existen dos formas de ver la pasión. Puede ser ese fuego interno del que hablamos y que todos hemos conocido alguna vez o, por el contrario, puede ser una actitud pasional que decidamos aplicar a algo en lo que tenemos la certeza de que se nos da bien, es decir, trabajar en lo que te apasiona o apasionarte por tu trabajo, tú eliges.
Para que nos entendamos, la pasión hace el camino más fácil, le pone alfombra roja al esfuerzo, purpurina a las noches sin dormir y es la mano que te empuja cuando todo sale mal. Pero, si esa misma pasión es desmedida o desproporcionada, puede causarnos graves heridas: psicológicas, relacionales, financieras e incluso físicas. No es por ponerme espléndido ni mucho menos, lo he vivido en mis propias carnes y conozco al menos a más de cien empresarios que avalarían este pequeño fragmento con sus propias experiencias. Familias rotas por una pasión desmedida por el trabajo; cuerpos destrozados por el estrés, la mala alimentación y los malos hábitos en general y, sobre todo, muchas personas arruinadas por no saber decir basta.
La pasión, por sí sola, aunque es un motor espectacular, necesita de contrapesos que te ayuden a tomar decisiones racionales y con criterio.
En 2019 visité Miami y Houston para dar conferencias sobre marca personal.
En aquellos momentos mi discurso era bastante populista y fue allí donde entendí que ciertas palabras, sin pensamiento crítico, pueden ser dañinas. A punto de terminar mi conferencia, con más de cien personas emocionadas con mi discurso sobre la importancia de trabajar con pasión, terminé invitando al público a abandonar aquello que no les apasionara por perseguir esas pequeñas cosas que les hacen felices, cueste lo que cueste. Aunque suene peliculero, vi hasta alguna lágrima en los ojos.
Sonaron los aplausos y salí del escenario.
Al día siguiente, mientras comía con los organizadores, uno de ellos leyó en voz alta el mensaje que acababa de recibir de una de las personas que estuvieron en las conferencias y decía así: ”… Quiero aprovechar para daros las gracias por la ponencia de Jano, fue muy inspiradora, tanto que esta misma mañana, a mis 57 años, he abandonado mi puesto de trabajo y voy a empezar con mi pequeño emprendimiento…”
Me entró pánico. ¿Qué consecuencias podría tener eso? ¿A los 57 años no es algo arriesgado dejarlo todo de un día para otro para perseguir tu pasión? ¿Debería haber medido más las palabras? Aunque estés pensando que eso es cosa de ella, yo solo lancé un mensaje.
Creo que es nuestra responsabilidad, como divulgadores de contenido o información, ser prudentes con nuestras palabras, pues, a veces, cargadas de demasiada emoción, canibalizan a la razón y pueden conllevar riesgos.